lunes, 23 de marzo de 2009

EL REY DE LA CREACIÓN

Dime, ¿qué tal el monstruo y el serafín
que dentro de ti tiritan?
Sus lloriqueos se perciben a leguas
y cada día es más y más evidente
que no les prestas su debida atención.
Mírate: prefieres arrastrar tus hombros mezquinos
en alguna aséptica jaula para homínidos.
de nueve a seis, per secula seculorum.
Tu mujer es más bien sosa,
pero al menos no grita más de la cuenta.
Y al alimón acumuláis críos, cosa cruel e insensata.
¿Sabías? Las palabras que les repites no son tuyas:
las dijo un megalómano hace dos siglos
o un psicópata hace diez.
Sin embargo con ellos el tema de la muerte
te escandaliza
cual si alguien se hubiera cagado en tu bidé.
Podrías plantearte el decirles que,
hagan lo que hagan,
sus días terminarán, como los tuyos,
en un agujero humeante
y eso siempre que puedan permitirse el agujero
y el humo, naturalmente.
¿Puedes tú?
Adviérteles: el prójimo es un ser corrupto
que trama la comercialización de sus pulmones
que distribuye drogas y mata a viejas por deporte
mas
¿cuántas muescas cuentas ya en tu revólver?

Dime, ¿qué tal el monstruo y el serafín
Que dentro de ti tiritaban?
Me consta que el uno trabaja en un circo
Y el otro ofrece su cuerpo al peor de los postores,
aunque llorar,
ya no lloran casi nunca.
Tienes miedo ¿verdad que tienes miedo?
Tanto que, si te dieras por aludido,
Si supieras ponerme un rostro me odiarías educadadamente
O me pondrías una querella o te replantearías la pena de muerte.
Adelante. Cada día sois más.

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