Noviembre deja en la lengua un poso de música.
Noviembre deja en la lengua un cuerpo de mujer,
un retrogusto a saliva que acompaña de por vida
y adolece de falta de conciencia o de pecado.
Noviembre es, a cada nuevo noviembre,
la canción que se danza insomne, aún después
de requisado el piano y fusilados los bailarines.
Porque la canción sigue golpeando en las sienes
Y el cuerpo se sigue evocando, pulgada a pulgada.
Después, es duro en su proceder el invierno.
Impone una procesión de rigor en las calles
Y la canción queda amordazada, vejada
Porque nadie queda en esas calles para silbarla
Excepto quizá algún lobo con piel humana, y la cerillera.
Pero también el hombre se adapta al silencio.
Y a ese silencio lo llama el hombre Ausencia de un Cuerpo.
Minjagarrofes
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