viernes, 20 de febrero de 2009

El fin del mundo



El fin del mundo era una cosa que todos ya habían aceptado. Durante los primeros momentos se intentó poner orden al caos natural, pero fue imposible y la gente siguió más a su cuerpo que a su mente. Los hubo que aceptaron la noticia con agrado, preparados desde pequeños para aceptar la muerte y resistentes espiritualmente, pues creían fervientemente en una vida más allá. Otros, en cambio, decidieron poner en orden todos sus deseos, e intentaron hacer en pocos días lo que no habían hecho en toda su vida. Un tercer grupo, que no había aceptado del todo una muerte tan trágica, intentó saciarse con los gustos del cuerpo ajeno, privándose de leyes que en tal caos no tenían ninguna importancia, y de su propia conciencia, en el caso de que alguna vez la hubiesen escuchado. Y finalmente hubo un cuarto grupo, que se llamaron a ellos mismos los soñadores, que tenían la convicción de que si la muerte te llegaba durmiendo no se la podía llamar de tal manera, además de ser unos admirables soñadores, pues a veces un sueño de un minuto se convertía para ellos en una larga y esperanzadora vida.

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