lunes, 22 de junio de 2009

FRAGMENTO DE "TODOS MIS YOS TE SALUDAN"

Mi mujer, tautología de la belleza, aire fresco en las nubes de mi mente, reposo de mi memoria y descanso de mi alma. Venus esculpida sobre mi antojo, divina revelación, descubrimiento histórico. Ella, siempre ella. ¡Qué puede uno decir de la mujer que le ha dado copiosos fragmentos de felicidad ausentes del ayer! Me encontraba en el filo de la desesperación cuando la conocí cuatro años atrás. Por entonces yo era sólo una sombra que vagaba por las aulas de la universidad, un fantasma que pasaba los ratos libres dentro de una piscina o ensimismado delante del ordenador pensando en pensar las cosas, en cómo sería el “mundo del después” sobre la base del “mundo del ayer” sin aceptar “el mundo de hoy” (Anotar este pensamiento para pacientes). Visitaba desde antiguo a mi psiquiatra, hombre cano con una excelente capacidad de trabajo y comprensión intelectual. Era un profesional atípico acostumbrado a perjurar de principios aparentemente verdaderos a cambio de seguir los dictados de su insólita intuición. Y así, aprendí que una de sus primeras máximas consistía en no dar por terminada una sesión si no se sentía satisfecho del resultado. Asimismo, observé la enorme importancia que daba a su figura de terapeuta. Vestía una cierta vanidad, un cierto aire de Breuer en la pose y una mirada más bien freudiana que escrutaba con disimulo el rostro ajeno. Su voz era grave aunque atemperada por un ligero acento uruguayo que bien pudo ser argentino. Había vivido muchos años en Montevideo, donde pasó la adolescencia y donde con toda probabilidad empezó su aprendizaje.

- A mí también me gustaría ser Dios, pero sólo si existiera-. Recuerdo esta frase como una de las primeras conclusiones a que llegó sobre mi caso.

DE: David Condis

No hay comentarios: