domingo, 11 de enero de 2009

Cigarrillos


Cuando voy a leer un relato enciendo un cigarrillo. Para mí, a diferencia de cualquier lector, enfrentarme a un escrito, es algo horrible, una tarea pesada. Me digo, no, no lo hagas, ya lo harás mañana. Pero yo soy escritor y tengo que leer, si no leo no puedo escribir gran cosa. Cuando me pongo a escribir me sucede más de lo mismo, enciendo un cigarrillo y espero. A veces espero demasiado. El papel en blanco. Los gritos en la calle. El niño que despierta y no quiere ir a la escuela.
Todo es demasiado complicado. Cualquiera que me escuchara diría: si no te gusta lo que haces, lo dejas y punto. Pero no es así, tan fácil. A veces el cigarrillo se enciende, no se escucha nada, pienso que no puedo, pero sí, lo hago, una frase, y luego otra, un cigarrillo, otra frase, más cigarrillos, más frases, no puedo, pero sí, otro cigarrillo, quizás finalmente si puedo, lo hago, lo termino. Finalmente el último…
Solo falta ya corregirlo.

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