domingo, 18 de enero de 2009

La canción del ciego (dedicado a Ricardo Gil y a su familia en un día muy difícil e importante).

La ceguera es un don que tengo. No puedo verlo de otra manera. Si tuviese vista no sería como soy, tal vez ni existiera para mí la pregunta inicial sobre la propia cuestión personal.
A lo largo del tiempo he aprendido muchas cosas, como oler lo que va llegar, o percibir en la textura de las cosas la fragilidad de este mundo. Si acercáis mi mano a vuestra cara sabré que os sucede, lo sabré porque distingo un cuerpo que se contrae como un universo que va a la deriva, de otro que se expande como la sonrisa de un niño a la salida del colegio. No quiero decir que esté en mis manos el poder de acertar con el veredicto, sí, al menos, otro medio, distinto del habitual, de acercarme a las cosas como si el tiempo se detuviese.
Cuando pienso en todo lo que he perdido y me perderé, el poder entrañable de ver las cosas con colores y contornos, siento una tristeza que no se puede medir, pero pasado el tiempo, me conformo, respiro hondo, y siento que hay en mí otra forma de ver las cosas que implica la negación de otras. Soy ciego pero puedo ver más allá de mi mismo, las cosas se me acercan, y siento el sol con su fortaleza y la luna con su movimiento que nos balancea como una cuna.

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